Estamos alojados a escasos cinco kilómetros del Canal de Corinto, con lo que lo vemos y veremos a menudo. Desde luego, sus seis kilómetros de largo, por tan sólo 23 metros en su base impresionan. Su altura es espectacular, y cuando pasan barcos de un tamaño respetable parece que van a encallar en cualquier momento.
El proyecto para este canal tiene miles de años. Está reflejado en leyendas antiguas, intentos frustrados por augurios negativos, por consejeros “científicos” que aseguraban que los distintos niveles de los mares a comunicar provocarían la desaparición de todas las islas de uno de ellos, y en fin, por lo ingente de la obra que inició Nerón con miles de esclavos, la mayoría judíos. Este intento, el de Nerón, tenía de todos modos “buena pinta”, ya que el definitivo del siglo XIX siguió su trazado y sus líneas maestras. Sin embargo, Nerón se vio obligado a abandonar el proyecto para acudir a Roma para sofocar una revuelta que acabaría con su propia ejecución…
Hoy en día se cruza por varios puentes, pero el de Loutraki tiene tres pasarelas peatonales adosadas, que hacen las maravillas de las personas con vértigo, sobre todo cuando un camión de gran tonelaje pasa por la calzada contigua… Desde aquí parece que se desarrolla un floreciente negocio de puenting, con una gran valla llena de firmas bajo el cartel “I did it”…
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