miércoles, 13 de agosto de 2008
Atenas
Hoy nos hemos acercado a Atenas. Nuestra base de operaciones está cerca de Corinto, lo que nos abre la puerta al Peloponeso, donde tenemos bastantes cosas que ver, nos permite estar en un sitio con playa, buen tiempo y poco jaleo, y al mismo tiempo no nos deja Atenas demasiado lejos.
La autopista hasta la capital es buena, y los ochenta kilómetros se recorren en poco tiempo. Por fin nos decidimos a probar con el coche, después de pensar seriamente la opción del tren. La poca información que nos han dado de este último nos decantó por el coche, aún con el temor de la descripción de una ciudad un tanto caótica, con mucho tráfico y con poco sitio para aparcar. Pero se nos había olvidado que hace pocos meses habíamos callejeado intensamente por Nápoles, y claro, Atenas nos ha parecido una ciudad nórdica en comparación… Lo cierto es que hemos llegado al corazón de la ciudad en un momento, hemos aparcado en un parking subterráneo no más caro que el de cualquier sitio de Madrid y hemos salido con las mismas facilidades hasta el cinturón exterior. Seguramente el mes de Agosto, que reclama miles de turistas no motorizados, ahuyenta a los lugareños con sus vehículos.
Quizá porque salvo los monumentos principales, sobradamente reconocibles, las expectativas no eran demasiado altas respecto a la ciudad, lo cierto es que a pesar del tremendo calor, la impresión ha sido muy positiva. Es cierto que abundan las aberraciones en hormigón, y que algunas zonas merecerían una buena restauración (o demolición…), pero en general la ciudad es más amable de lo que esperábamos, muy vital, salpicada de elegantes edificios neoclásicos y de pequeñas iglesias escondidas.
Aparte, por supuesto, de los vestigios de la gran época de esplendor, el siglo de Pericles y en general la antigüedad clásica…
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